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Recetarios, libros en la cocina

Hace un tiempo caminando por  mi colonia encontré en una venta de miscelánea un viejo libro.
Me atrajo su estructura de encuadernación. 

Es un archivero.
Un fuelle de cartulina estampada hace de corazón contenedor.
Dos tapas de cartón forrado de azul con grabados de verduras perfiladas en dorado y el título:  Recetas de cocina. 


recetario antiguo encuadernación


En su interior rescata dos pays, sopa de morilla, fetuccini a la crema y un pescado a la veracruzana.

encuadernación de archivo fuelle
Menú completo escrito a mano, en máquina de escribir y otros dos impresos desde una computadora de los 2000. Los papeles, amarillentos todos, imagino, pertenecieron, al menos, a dos generaciones.




También guardaba páginas arrancadas de revistas, ya me dirás, ve las fotos, de cuál de aquel tiempo.

Hace poco falleció mi mamá. Ya hablé de ella en otro post. La recuerdo por todo el mundo de la costura y las telas, ese sí era nuestro universo!
La cocina, podría decir que no era el territorio más querido, pero temo ser injusta con esa afirmación.
A ella no le gustaba cocinar, y creo que por eso mismo, empecé a hacerlo yo. Lo de mi mamá era la máquina de coser.

Pero sobre la mesa de la cocina, al calor húmedo reconfortante de la habitación en el invierno de afuera, recuerdo un rito.
La Poro sacaba un bibliorato enorme, pesado y repleto: recetas escritas a mano, en máquina de escribir y en mimiógrafo.
La excusa era mejorar el recetario y pasar en limpio las que estaban manchadas, escritas rápidas en borrador, o ilegibles.
Me daba unas hojas blancas, y me ponía a reescribirlas.
Ambas sabíamos que era tarea imposible. La experiencia nacía utópica. Cada vez eran más hojas compendiadas, y el tiempo y el uso, inexorablemente las mancharían nuevamente.

Desde que me vine a México pensé en recuperar esa carpeta. La casa de mi mamá, como su memoria, se fueron debilitando y no pude.
Se perdieron. Todo se perdió. Hubiera querido volver a ver mi letra de pequeña, y la suya.
Cuando encontré, como les decía este archivero, memoria de otra familia,  se activó esta historia que te comparto y me regalo.

PD 1: Mi mamá cocinaba la mejor pastafrola que he comido. En su honor va este escrito. Su letra era perfecta, jamás la olvidaré. Guardo la receta, pídemela si la quieres.
PD 2: Para mi hermano Carlos va este post que me ayuda a mantenerme entera siempre, cocina muy rico.
PD 3: Para mi Oli, que me permite ser la Nona que cocina y escribe.
PD 4: la tarta de manzana de mi amiga Claudia ocupa gran parte de mi ser goloso.
PD 5: Tengo algunos recetarios creativos a la venta en mi tienda:  Ve si gustas! 
PD 6:  hace tiempo me encargaron reencuadernar un recetario con un bordado de la abuela que heredó a su nieta, es este:


antique vintage embroidered cooking journal


recetario reciclado con bordado vintage







4 comentarios

  1. ¡Ojalá pudiera tener un libro así de bonito para las recetas de mi abuela! Pero muchas de ellas se fueron con su memoria y con ella. Otras las tienen sus nietos, mis primos, pero la más importante, la de su maravilloso arroz con leche, la tengo yo en mi memoria, en mi recetario y en mi paladar. ¡Algún día lo prepararé para ti, amiga! Por cierto, precioso post.

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  2. Ay corazona! Saca copias de las de tus primos y arma ese recetario!
    Gracias por pasar y comentar.

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  3. ¡Qué hermosa publicación! Tengo un cuaderno de recetas escritas por mi Mami y cómo tu comentas, algunas escritas por mi, que mi Mami me dictó. Que bellos recuerdos. Lo buscaré para ponerlo más bonito y se conserve mejor, con tu ayuda. Alejandra Arenas

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  4. Ay! Sería un gran honor! Gracias por pensar en mí

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